Pantha du Prince.
Lo he descubierto en el blog de Blas Fernández (pinchen en su rostro porque no hay otra manera de enlazar, sorry!) y llevo cuatro días sentada en una butaca oyéndolo, sin haberme milagrosamente tropezado con ninguna cofradía, ni haberme comido una triste torrija (lo juro!), pensando que ya no hay que tomar drogas, pensando en que hay un antes y un después de escuchar a éste monstruo, que encima, es guapo a morir. Vamos, al menos a mí me lo parece.
Y si no, pónganse los auriculares y oigan cualquier tema suyo, déjense llevar por todo tipo de sonidos que crea magistralmente con campanas, xilófonos (me parece oir aquí hasta a los percusionistas de Gong, Mirelle Bauer y Pierre Moerlen, ya ellos en su momento hicieron cosas parecidas) y actitud propia del siglo 22.
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